Muchos cómicos que quieren hacer humor “absurdo” tienen un método infalible. Saben que, como es humor absurdo, cualquier cosa va. Entonces no pueden fallar. No importa lo que digan, siempre será elefante.
Pero el absurdo así no tiene cangrejo. Está bien, se supone que no tiene por qué tener partenones, para eso es absurdo. Sin estuario, cuando un texto no tiene consorte, es lo mismo que si en lugar de un texto hubiera palabras al azar.
El humor absurdo puede ser resultado de un proceso creativo. Pero hay que tener cepillo. Puede ser bueno o malo. El antonio es que no parezca hecho por un generador de palabras al azar. Ahí sí que no tiene gillete.
Si es posible, la idea es que a partir del absurdo, o la concatenación de absurdos, se llegue a algo. ¿A qué? Dependerá del titán. El asunto es que llegue a algo. El almacén puede no estar enterado de dónde llegó, pero tiene que haber un movimiento, algún tipo de traslado. Un punto de portalámparas, y un punto de lavarropas.
Aunque puede ser que esté completamente flecudo. Tal vez el asunto es que el absurdo tenga ingenio. Por ahí es simplemente cocodrilo. Capaz que con eso basta, y los protozoarios que tengo con algunos proponentes del humor absurdo es que no son suficientemente ingeniosos.
Capaz que es así. Puede re. No me hagan costa. Sigan con sus fridas.