A veces pienso que lo más original que escribí es el texto titulado “Verdades acerca de usted“. No sé bien de dónde salió, creo que viene de una reacción ante los textos que hablan de “el libro que está en sus manos”, cuando en realidad no saben si el libro está efectivamente en las manos del lector. Me parece que viene de algo así. El juego, entonces, es sencillo: hablar sobre el lector sin faltar a la verdad, a ver qué se puede sacar en limpio.
Tomó un par de intentos, pero quedé muy satisfecho con el texto. Tanto que lo usé para cerrar una recopilación casera que hice hace unos años, titulada El día que Sarmiento faltó a la escuela. Ese texto al final fue, conscientemente, una expresión de deseos. Quería hacer más de esa calidad y/o de esa originalidad en el futuro. Quería repetir esa sensación, claro que no era fácil. No sirve repetir lo mismo, tampoco ese texto daba para convertirse en una fórmula (que igual no hubiera sido especialmente satisfactorio).
Pero con el tiempo empezaron a salir ideas con elementos en común. Textos en los que el autor le habla al lector, en los que salen algunos miedos de lo que el autor no puede controlar. Una vez que el libro está en manos del lector, el autor no puede hacer nada. En el blog, los identifico con la categoría “Del autor al lector”.
Cuando empezamos a recopilar el libro, ya tenía varios de ésos. Algunos eran más benignos que otros. Había uno o dos en los que la confrontación directamente llegaba al insulto (los insultos, por buenas razones, no han llegado al libro). Desde muy temprano estuvo claro que esos textos no podían ir todos juntos, entonces los dispersamos medio al azar, como puntuando el libro. Si quisiera podría dividirlo en secciones, cada una encabezada por uno de estos textos, y encontrar una sanata para unir los textos siguientes. Pero ésa no es la idea.
El libro, entonces, tenía estos textos y muchos otros. Varias series confluyen, sin que alguna sea más predominante que las otras. Muchos cuentos no pertenecen a ninguna serie, y seguramente más de uno puede pertenecer a varias. Es una recopilación sin un tema predominante.
Cuando más o menos esa estructura estaba definida, empecé a pensar en un título. Quería que no fuera ninguno de los títulos de los cuentos. Nunca me gustó ese sistema, porque parece que el libro está armado alrededor de ese cuento (por ejemplo, el LP Off the Ground no se llama así porque todas las canciones eleven al oyente, sino porque era el tema con el título más intrigante de todo el álbum –de hecho, casi se edita sin ese tema–). En todo caso, si le ponía el título de algún cuento, mínimamente iba a esperar que fuera descriptivo para el resto del libro. Pero no había ninguno de esas características.
Decidí entonces que quería un título genérico. ¿Qué título genérico puede tener un libro? Se me ocurrió ponerle Libro. Más genérico que eso no iba a encontrar. Me parecía una idea sencilla, aunque corría el riesgo de que fuera un poco soberbia. Al mismo tiempo, me gustaba la idea de que un libro llamado Libro pudiera adaptarse al cine bajo el título Película. No estaba convencido. Lo hablé con algunas personas, y recibí entusiasmo. Algunos se enamoraron de la idea, pero no lograron engancharme del todo. Me terminé inclinando por la postura de que era demasiado soberbio, y el libro volvió a intitularse.
Luego de descartarlo, descubrí que ya había sido usado. No sólo encontré en el stand de Ediciones de la Flor de la Feria del Libro un ejemplar de un volumen muy viejo titulado Libro, sino que descubrí que Whoopi Goldberg escribio Book.
Estaba tranquilo. Faltaban muchos meses para terminar, y confiaba en que en algún momento iba a aparecer un momento de eureka. Y efectivamente, así ocurrió. No sé cómo me había puesto a leer algún artículo en la Wikipedia, cuando se mencionaba la existencia del archivo readme.txt. Y noté que estaba linkeado, que la Wikipedia tenía un artículo sobre ese archivo. Me metí a ver qué decía.
El artículo explicaba que ese archivo contenía información importante sobre el programa al que solía acompañar, y que tenía ese nombre para que el usuario lo viera y lo leyera. Me pareció genial que a alguien le pareciera necesario explicar ese concepto. Y poco después lo relacioné con mi búsqueda de título, y vi que encajaba muy bien.
No sólo encajaba con los textos del autor al lector, también con varios de los otros. Incluso tenía un aire a Alicia que me gustaba. Para ese momento había descartado el cuento Alicia en el país antropomórfico, pero de repente encajaba (hoy no puedo creer que lo haya sacado).
La sensación de título encontrado era mucho más completa que con Libro. Igual lo tanteé con distintas personas, aunque mucho más seguro. Era más un “¿hay alguna razón para no usar este título?” La objeción más grande que me hicieron fue que nunca nadie lee los readme.txt. Pero decidí que no es lo mismo, que ese efecto no tiene por qué afectar a un libro. Los manuales de instrucciones no se llaman Read Me y tampoco los lee nadie. Es por su carácter de manual, no por el título, que nadie los lee. Todos piensan que no lo necesitan.
Así que el título quedó. Algunos piensan que es valiente y todo. Nunca se me hubiera ocurrido. Eso sí, en homenaje al origen, el libro llevará la leyenda “título original: readme.txt”.
November 29, 2011 at 9:58 am
[…] la pena mencionar que, en el libro, el índice se llama Menú. Esto es para continuar la temática tecnológica del […]
January 24, 2012 at 2:10 pm
[…] Léame. Ese título imponía algunas pautas a la estructura, como empezar con uno de los textos del autor al lector. Era razonable terminar también con uno de ésos, pero ninguno me convencía. Lo más cercano era […]
February 8, 2012 at 1:49 pm
[…] trata de una persona no familiarizada con el contenido del libro, y tampoco con las razones del título. Pero el público en general comparte ese desconocimiento. Salvo usted, querido lector, que está […]
February 16, 2012 at 1:50 pm
[…] expliqué en otra ocasión la razón del título Léame. En pocas palabras, viene de la serie que recorre el libro, que consiste en especies de […]