Varias personas me pidieron disculpas al informarme que su copia de Léame está ubicada en el baño. En algunos casos formando parte de una pila de libros que esperan turno para recibir lectura en ese recinto purificador. Les contesto que no tienen que pedir disculpas, es un orgullo tener libro propio en baño ajeno.
Algunos agregan que Léame es un libro práctico para leer en el baño, porque los cuentos cortos son conducentes a lecturas separadas. Dependerá de los hábitos internos de cada uno. No sé si hay un formato no apropiado para baño. Sospecho que en ese cuarto se puede leer cualquier cosa. Aunque una vez me causó bastante escozor leer ahí un libro sobre parásitos.
Mis lecturas se realizan en dos ámbitos principales: baño y subte. En casa no tengo otros lugares muy apropiados para la lectura, que garanticen intimidad y cierto silencio. A veces voy al baño sólo para leer. En los otros lugares suele haber demasiadas distracciones.
Lo del subte es una costumbre que me quedó de cuando iba a la facultad. En esa época hacía completa la línea D de Buenos Aires, y ahí aprovechaba para leer todos los apuntes. Claro que para eso necesitaba conseguir asiento. Desarrollé entonces una técnica para detectar dónde iba a caer la puerta en la estación Catedral, y ubicarme estratégicamente para ir corriendo hacia el asiento. Muchos tienen técnicas similares, pero la mía habitualmente resultaba efectiva. Gracias a eso, se me facilitó la carrera. Si hubiera subido en 9 de Julio en vez de Catedral, habría tenido que dedicar mucho más tiempo al estudio.
Pero ahora ando en el subte H, que tiene pocas estaciones, y la lectura ahí es más difícil. Tiene que ser algo corto, o muy fragmentado. Si no, me pierdo y tengo que volver a empezar. Me da la impresión de que mi lectura de subte es lo que algunos piensan que es la lectura apropiada para baño.