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Recta final


En el curso de la correción, algunos textos que ya estaban seleccionados y ubicados se cayeron del libro. Podría haberlo dejado así, sin ellos, pero sentí que había como un espacio vacío. Y lugar libre. Así que hice ingresar otros textos que no estaba previsto que estuvieran, y ahora forman parte de Léame sin que parezcan fuera de lugar.

El primero es Planta vegetariana. Es una simple descripción de una planta que es como si fuera carnívora, pero en lugar de alimentarse de insectos y otros animales, obtiene su nutrición de los frutos de otras plantas. Es una crónica de Darwin, de las pocas que aparecen en el libro.

Una mano lava a la otra también fue un agregado tardío. Se trata de un antropomorfismo, una historia sobre el lavado de manos vista desde el punto de vista de las manos. Una historia de egoísmo, cooperación, fraternidad y limpieza. Una fuente de inspiración para toda la familia.

Como había lugar para un texto cortito, hizo su ingreso Cuando digo quiero decir, que ya he descripto en una oportunidad. Se trata de un texto que contiene gran cantidad de repeticiones de palabras, aunque no tantas de conceptos. Es insistente, pero preciso. Es un texto que codifica el lenguaje de una manera específica, y quiere que se tenga bien claro cuál es y, sobre todo, cuál no. Es un texto escrito hace un par de años, no sé cómo no lo había puesto. Por suerte me di cuenta a tiempo.

Por último, algunos se sorprenderán al saber que Domingo de regreso es otro de los que casi no entran. Es el texto más nuevo de todo el libro. Puede que el título recuerde a “La autopista del sur”, pero no tiene nada que ver. Contiene conceptos sobrenaturales, históricos, cinematográficos, sociales y educativos. También va camino a convertirse en uno de los hits de Léame.

¿Por qué estos textos se habían quedado afuera? En tres de los casos la explicación es simple. Cuando empezamos a seleccionar textos, decidimos hacer un corte en el momento del comienzo. Los escritos después de cierto momento del año pasado quedaban afuera por razones logísticas. Pero mientras seguía mi producción. Hay varios cuentos que podrían haber entrado y sólo esa cuestión cronológica lo impidió. Los tres que lograron hacerse un lugar están entre los mejores, y gustosamente levanté la restricción en el tiempo de descuento para que pudieran estar y hacer de Léame un libro mejor.

Estamos cerrando Léame. Es un momento de suspenso. Queda poco para revisar, pero siempre está la sensación de que falta ver algo. Esa sensación nunca se va a ir. Por más que mire mil veces, siempre algo va a quedar. Y si hoy el libro está perfecto, mañana seré otra persona y encontraré objeciones que hoy no tengo. O ideas nuevas para mejorar los cuentos.

Ha sido un proceso de varios meses, más de un año, en realidad más de cuatro años. Léame es resultado de mil quinientos días de escritura, que fueron dando forma a una colección de mis mejores cuentos. No me guardé nada para el segundo libro. Sí quedan muchos textos afuera, incluso varios que estuvieron a punto de entrar en el libro y a último momento fueron excluidos. Del mismo modo, algunos que no iban a estar de repente aparecieron en la última versión.

Varios de los cuentos tienen ya un tiempo, y los he leído en público en diversas oportunidades. Pero esto no significa que estuvieran terminados. Nunca un cuento se termina. Lo que no pensé es que en la revisión final iban a aparecer objeciones mayores de personas que no están del todo familiarizadas con los textos.

Entonces, de repente me encontré con que algunos de los que yo consideraba los mejores cuentos, en opinión de gente que respeto mucho, merecían replantearse. Fue el caso de “Mi nube”, que aparece aquí linkeado en una versión similar a la que iba a publicarse. Fue uno de los primeros cuentos de lo que llamo “el rincón sensible”, que fue una especie de apertura a poner un poco de sentimiento en los textos. En realidad, empezó como una especie de parodia del sentimentalismo, pero con el tiempo fui tomando la decisión consciente de dejar ser a los sentimientos, sin que para eso fuera necesario abandonar el humor.

Resultó que, visto desde ahora, el texto no sabe bien para qué lado quiere agarrar, y se queda en el medio. Esto me fue transmitido. No hubo que persuadirme demasiado de que era cierto, siempre lo había sabido. Pero de repente me agarró la duda: si éste es uno de los mejores cuentos, ¿cómo voy a lograr mejorarlo sustancialmente?

Decidí que valía la pena intentarlo. Escribir desde lo que sé que es el cuento, hacerlo fluir sin que influyera la idea que tenía hace dos años de lo que iba a ser. El resultado es un cuento totalmente nuevo. De lo linkeado arriba, quedan dos párrafos. Sin embargo, la descripción de la trama es prácticamente la misma. Pero es mucho mejor que antes. La reescritura completa resultó un gran beneficio para “Mi nube”, y para varios más también.

La publicación de Léame me forzó a volver a leer los cuentos y ser más fiel a ellos que a quien era yo cuando los escribí. Es una de las más grandes y gratas sorpresas de este proceso.