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El mundo angloparlante no tiene por qué perderse Léame. No existe por el momento una edición completa traducida. Pero no importa. El programa Palabras Errantes, perteneciente a Pulsamerica (un sitio inglés de noticias sobre países de América latina) ha publicado cuatro de los cuentos.

Se titulan Truths about you, Coca-Cola Tours, A step forward y My cloud.

Fueron elegidos por el autor para esta ocasión, y traducidos por Sam Gordon. La traducción posteriormente fue modificada y aprobada también por este autor, después de meses de desidia inexplicada. No está el problema de las traducciones que se toman libertades y se ponen a inventar cosas. Si bien un texto traducido siempre es otro texto, en este caso se puede decir que son traducciones fieles al original.

Hay, no obstante, algún que otro agregado, que surgió durante la verificación. Es decir que si hay material extra, es obra del autor. Los cuentos nunca se cierran del todo. Si aparece algún retoque inspirado, por más que el libro ya esté impreso, se incorpora no al libro, pero sí al cuento.

Es decir que ahora habrá que incorporar esos cambios al master (?) del cuento, que se convertiría así en un híbrido entre la versión en español original y la traducción al español de una parte inédita que se coló en su propia traducción al inglés.

Lo invito, amigo lector, a entrar en Palabras Errantes y echar un vistazo al resultado.

Lo que sigue es parte del pack de prensa de Léame. Son algunas preguntas cuya respuesta se puede encontrar en el libro.

¿Cómo hace el autor para conversar con el lector cuando el libro ya está impreso? ¿Cuál es el peor momento posible para tener una experiencia sobrenatural? ¿Qué haría Domingo Faustino Sarmiento si fuera revivido por el doctor Frankenstein? ¿Cómo reconocer a los miembros productivos de la sociedad con sólo un vistazo? ¿Qué ocurre cuando el Universo todo está pendiente de una pelota detenida? ¿A qué extremos puede llegar el placer de tomar una refrescante gaseosa? Cuando dos personas se invitan mutuamente, ¿quién debe pasar primero? ¿Cuál es la forma más didáctica de sacudir una sortija de calesita? ¿Qué puede hacer un árbol que está cansado de sus raíces y quiere salir a caminar el mundo? ¿Conviene dar refugio a una nube indefensa? ¿Qué placer queda cuando se termina el mundo y uno es el único sobreviviente? ¿Cómo se desenvuelve el devastador poder de limpieza cuando los verdes enzolves se escapan de su hábitat? ¿Cuál es el riesgo de comer muchas semillas? ¿Cómo transitar la calle Florida cuando está cubierta de gente? ¿Adónde va ese camión lleno de centauros?

Otra de las series presentes en Léame es la de antropomorfismos. Este recurso, en el que un objeto o animal adquiere rasgos humanos, es muy común en los cuentos infantiles. Aparentemente, los niños tienen problemas para entender las historias protagonizadas por personas. Tal vez porque no se terminan de dar cuenta de que ellos son también personas. Entonces les da lo mismo seguir las aventuras de cualquier cosa.

Sin embargo, cuando esos mismos niños se hacen adultos, eligen historias protagonizadas por humanos. O por humanoides. Como los extraterrestres de la mayoría de las obras de ciencia ficción, que son también antropomórficos, en general por razones de conveniencia.

En los dibujos animados también el antropomorfismo es un recurso popular. Seguramente es porque queda mejor un objeto animado como una persona que una persona viva disfrazada de objeto. Tal vez esto esté relacionado con la reputación de infantiles que tienen los dibujos animados. Este autor aprovecha para repudiar tal reputación.


Un Homo sapiens interpreta a un candelabro antropomórfico.

En fin, los antropomorfismo de Léame no son necesariamente infantiles. Responden a la relación que siempre tuve con los objetos. Soy una persona muy educada, que se preocupa por los sentimientos de los que están a mi alrededor. Y es posible que lo haga de más. Entonces me preocupo también por lo que pueden sentir los objetos, a los que me gusta respetar.

Una lista parcial de objetos antropomórficos que encontarán en Léame: nubes, carritos de supermercado, árboles, manos, zapatos, peces. Seguramente me olvido de varios.

Debe mencionarse el cuento titulado Alicia en el país antropomórfico. Es una historia en la que Alicia, personaje de Lewis Carrol hoy en el dominio público, se encuentra en un lugar donde todos los objetos son antropomórficos. Se trata, claro, de un juego sobre esa idea, que busca explorar los absurdos del antropomorfismo. Es uno de los que más me gustan de todo el libro.

Recomiendo a los lectores que se consideran demasiado adultos para este recurso darle una oportunidad. Descubrirán que, al igual que los libros, los antropomorfismos no muerden.

Estamos cerrando Léame. Es un momento de suspenso. Queda poco para revisar, pero siempre está la sensación de que falta ver algo. Esa sensación nunca se va a ir. Por más que mire mil veces, siempre algo va a quedar. Y si hoy el libro está perfecto, mañana seré otra persona y encontraré objeciones que hoy no tengo. O ideas nuevas para mejorar los cuentos.

Ha sido un proceso de varios meses, más de un año, en realidad más de cuatro años. Léame es resultado de mil quinientos días de escritura, que fueron dando forma a una colección de mis mejores cuentos. No me guardé nada para el segundo libro. Sí quedan muchos textos afuera, incluso varios que estuvieron a punto de entrar en el libro y a último momento fueron excluidos. Del mismo modo, algunos que no iban a estar de repente aparecieron en la última versión.

Varios de los cuentos tienen ya un tiempo, y los he leído en público en diversas oportunidades. Pero esto no significa que estuvieran terminados. Nunca un cuento se termina. Lo que no pensé es que en la revisión final iban a aparecer objeciones mayores de personas que no están del todo familiarizadas con los textos.

Entonces, de repente me encontré con que algunos de los que yo consideraba los mejores cuentos, en opinión de gente que respeto mucho, merecían replantearse. Fue el caso de “Mi nube”, que aparece aquí linkeado en una versión similar a la que iba a publicarse. Fue uno de los primeros cuentos de lo que llamo “el rincón sensible”, que fue una especie de apertura a poner un poco de sentimiento en los textos. En realidad, empezó como una especie de parodia del sentimentalismo, pero con el tiempo fui tomando la decisión consciente de dejar ser a los sentimientos, sin que para eso fuera necesario abandonar el humor.

Resultó que, visto desde ahora, el texto no sabe bien para qué lado quiere agarrar, y se queda en el medio. Esto me fue transmitido. No hubo que persuadirme demasiado de que era cierto, siempre lo había sabido. Pero de repente me agarró la duda: si éste es uno de los mejores cuentos, ¿cómo voy a lograr mejorarlo sustancialmente?

Decidí que valía la pena intentarlo. Escribir desde lo que sé que es el cuento, hacerlo fluir sin que influyera la idea que tenía hace dos años de lo que iba a ser. El resultado es un cuento totalmente nuevo. De lo linkeado arriba, quedan dos párrafos. Sin embargo, la descripción de la trama es prácticamente la misma. Pero es mucho mejor que antes. La reescritura completa resultó un gran beneficio para “Mi nube”, y para varios más también.

La publicación de Léame me forzó a volver a leer los cuentos y ser más fiel a ellos que a quien era yo cuando los escribí. Es una de las más grandes y gratas sorpresas de este proceso.