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El mundo angloparlante no tiene por qué perderse Léame. No existe por el momento una edición completa traducida. Pero no importa. El programa Palabras Errantes, perteneciente a Pulsamerica (un sitio inglés de noticias sobre países de América latina) ha publicado cuatro de los cuentos.

Se titulan Truths about you, Coca-Cola Tours, A step forward y My cloud.

Fueron elegidos por el autor para esta ocasión, y traducidos por Sam Gordon. La traducción posteriormente fue modificada y aprobada también por este autor, después de meses de desidia inexplicada. No está el problema de las traducciones que se toman libertades y se ponen a inventar cosas. Si bien un texto traducido siempre es otro texto, en este caso se puede decir que son traducciones fieles al original.

Hay, no obstante, algún que otro agregado, que surgió durante la verificación. Es decir que si hay material extra, es obra del autor. Los cuentos nunca se cierran del todo. Si aparece algún retoque inspirado, por más que el libro ya esté impreso, se incorpora no al libro, pero sí al cuento.

Es decir que ahora habrá que incorporar esos cambios al master (?) del cuento, que se convertiría así en un híbrido entre la versión en español original y la traducción al español de una parte inédita que se coló en su propia traducción al inglés.

Lo invito, amigo lector, a entrar en Palabras Errantes y echar un vistazo al resultado.

En algunos pasajes de Léame hay conclusiones con cierta implicancia social. ¿Reflejan esas afirmaciones la opinión del autor?

La posición oficial del autor es que no sabe. Capaz que hay algo de cierto en la idea de que la gente que se mantiene quieta en las escaleras mecánicas es la que atrasa a las sociedades. Podría ser. Pero no es el propósito de un libro de ficción probar esa clase de cosas.

¿Por qué está eso ahí, entonces? Porque es divertido. O al autor le parece una idea divertida. Y ése es el principal requisito para ser parte de un libro de humor. Si después es cierta, fenómeno. Y si es falsa, no hay ningún problema.

Claro que esta clase de ideas sólo suelen ser divertidas cuando hay algún componente verídico, o cuando no se puede decir inmediatamente que son falsas. Entonces las observaciones pueden tener algún tipo de relación con “la realidad”. Porque ser ficción no implica no decir cosas ciertas.

Este autor, de todos modos, no ha explorado la veracidad o no de sus ideas. No es científico. No es sociólogo ni tiene ganas de serlo. Sólo se limita a inventar cosas, que pueden o no coincidir con lo que ocurre fuera de su cabeza. Hasta ahí es parecido a la ciencia. Pero en la literatura no hace falta hacer el paso que convierte a la ciencia en ciencia: el método científico, poner a prueba la hipótesis, a ver si se cumplen sus predicciones.

La única predicción que se formula para incluir el material en Léame es que el lector se va a reír al leerlo. Esa hipótesis se pone a prueba en cada lector. Sólo hay un requisito.

Antes de que Léame estuviera impreso tenía cierta idea de lo que iba a pasar. Algunas cosas comenté en este blog. Estaba seguro de que iba a encontrar fragmentos que podían mejorarse. Eso ya ocurrió, y apliqué los anticuerpos que tenía preparados. También estoy preparado para cuando me arrepienta de haber incluido algún cuento, o dejado afuera a otro.

Los primeros días después de la presentación estaba medio en otra, y tuve que forzarme a escribir. Me conformé con lo que saliera, pero algo tenía que escribir. No iba a permitir dejarme estar por más autor publicado que fuera. Pero noté que no se me ocurría ideas, y tenía que recurrir a escarbar la libreta donde las anoto.

Esta situación duró algunos días. Después pasó. Me quedé tranquilo cuando empecé a pensar ideas nuevas. Apareció el “todavía puedo”. Nada de esto es algo que no me esperara. Tampoco tengo que sacar un libro para tener un período de unos días sin que se me ocurra nada. Esta vez era parte de la sopa.

Lo que me sorprendió es que las ideas que se me están ocurriendo son respuestas, o variaciones de cosas que están en Léame.

El primero fue algo que, si se me hubiera ocurrido unos meses antes, podía haber modificado drásticamente el cuento La vaca atada. Este cuento consiste en un narrador que adopta como mascota una vaca que encuentra caminando por su barrio. El otro día vi una artista callejera que estaba haciendo malabares en un semáforo, y usaba dos banderas rojas. “Menos mal que no hay ningún toro cerca”, pensé. Inmediatamente supe que eso podía haber sido bueno para incorporar a ese cuento. Pero, como ya está publicado, lo escribí como uno independiente, que igual constituye una especie de respuesta.

Después caminé por una escalera mecánica que no andaba, y noté que la gente anda despacio. Empecé a pensar por qué podía pasar eso, y de repente desemboqué en una especie de secuela de Un paso hacia adelante.

Por últmo, fui al supermercado y debí lidiar de nuevo con un carrito con cierta independencia en sus ruedas. Me encontré compensando con mi cuerpo las limitaciones de su movimiento. Y entonces apareció el contorsionismo, en algo que todavía no escribí pero puede resultar una fusión de El carro que me quería con cosas como Un paso hacia adelante y también la serie de las aventuras del cuerpo humano.

Ya me había pasado de dialogar con textos anteriores. Pero nunca con tantos juntos. Y menos justo después de que todos hubieran sido publicados.

Lo que sigue es parte del pack de prensa de Léame. Son algunas preguntas cuya respuesta se puede encontrar en el libro.

¿Cómo hace el autor para conversar con el lector cuando el libro ya está impreso? ¿Cuál es el peor momento posible para tener una experiencia sobrenatural? ¿Qué haría Domingo Faustino Sarmiento si fuera revivido por el doctor Frankenstein? ¿Cómo reconocer a los miembros productivos de la sociedad con sólo un vistazo? ¿Qué ocurre cuando el Universo todo está pendiente de una pelota detenida? ¿A qué extremos puede llegar el placer de tomar una refrescante gaseosa? Cuando dos personas se invitan mutuamente, ¿quién debe pasar primero? ¿Cuál es la forma más didáctica de sacudir una sortija de calesita? ¿Qué puede hacer un árbol que está cansado de sus raíces y quiere salir a caminar el mundo? ¿Conviene dar refugio a una nube indefensa? ¿Qué placer queda cuando se termina el mundo y uno es el único sobreviviente? ¿Cómo se desenvuelve el devastador poder de limpieza cuando los verdes enzolves se escapan de su hábitat? ¿Cuál es el riesgo de comer muchas semillas? ¿Cómo transitar la calle Florida cuando está cubierta de gente? ¿Adónde va ese camión lleno de centauros?

No me gusta escribir sobre actualidad. El problema que tiene la actualidad es que muy pronto deja de ser actual. Rápidamente lo escrito es obsoleto. Si escribo un cuento sobre alguna medida que toma algún gobierno en algún momento, puede estar muy bien pero no va a tener mucha vigencia.

Sin embargo, los acontecimientos públicos pueden ser fuente de buenas ideas. ¿Cómo usarlas sin que pierdan vigencia? Simple: hay que tratar de ir a lo permanente. Concentrarse en los ciclos, las cosas que se repiten en distintas épocas. No hago nombres, sino que uso personajes genéricos y me concentro en lo que hacen. No satirizo a cierta gente, satirizo ideas.

Los que sí nombro son figuras históricas, como Domingo Faustino Sarmiento. Pero los cuentos en los que aparece (uno de ellos está en Léame) no tienen nada que ver con la política. No buscan una valoración positiva, negativa ni neutral del autor de Recuerdos de provincia. Simplemente lo usan como personaje.

La serie de hondo contenido social, entonces, habla más de cómo funciona la sociedad que de sus líderes. Cuando en Plan Pepsi el gobierno decide basar la economía en la burbujeante bebida de extractos vegetales, lo importante son las maneras de pensar, los razonamientos que son necesarios para que ocurra lo que ocurre. No quién los hace, ni a quién se parecen.

Cuando el autor reflexiona sobre las implicancias sociales de las costumbres de la gente en las escaleras mecánicas, en Un paso hacia adelante, no aparece necesariamente de la opinión del autor. El juego es la cadena de razonamientos.

Los dueños de una cadena que ofrece franquicias, en Alquiler de opiniones, no se parecen a nadie específico. No se trata de una denuncia sobre cierta gente. Es un texto sobre determinadas prácticas, y quien las lleve a cabo será a su turno objeto del texto. Ése es uno de los textos más antiguos de Léame, y las circunstancias sociales en las que fue escrito cambiaron desde entonces. Pero no ha perdido vigencia, precisamente por la vaguedad de los protagonistas. Leído ahora, es posible que alguna gente crea que estoy hablando de determinados actores sociales y otra gente crea que estoy hablando de los opuestos. Idealmente, se generaría una reflexión acerca de las costumbres sin importar quién las practique, ni si el que lo hace comparte nuestras ideas o nuestros enemigos.

En distintas partes de Léame hay cosas que se pueden interpretar como crítica social. Pero que se pueda llegar a una conclusión no significa que el autor esté a favor o en contra de ciertas ideas. El libro no es un catálogo de las opinones del autor. Y este autor opina que eso sería aburridísimo.

En algún lado de mi cabeza, uno de los objetivos de este blog es prevenir análisis incorrectos sobre Léame.

Sé que es totalmente inútil. Si alguien tiene ganas de interpretar algo que no quiero que se interprete, no lo voy a poder impedir. Es muy fácil inventar sanatas sobre algo que está escrito para hacerle decir cualquier cosa. Es tan fácil que no vale la pena hacerlo, no obstante hay quien lo hace.

Y, aparte, hay un montón de interpretaciones válidas que no son necesariamente las que yo pienso que deben ser. El autor de una obra no tiene por qué saber bien qué es lo que está haciendo. Puedo decir muchas cosas sin darme cuenta. Me ha pasado escribir algo y que sólo una lectura ajena me haya revelado de qué se trataba. Pasó en varios cuentos de Léame, y fue útil para la revisión. Una vez que me doy cuenta de lo que estoy diciendo, es más fácil decirlo claramente.

Pero hay interpretaciones que son posibles y considero erróneas igual. En particular, no tengo ganas de que se asuma que pienso algo sólo porque un cuento lo hace parecer. Por ejemplo, el texto Un paso hacia adelante es un análisis de las conductas de la gente en las escaleras mecánicas. Describe cómo aquellos que van por la izquierda deben avanzar, y los que se quieren quedar quietos deben ir a la derecha. Lo escribí con cuidado, porque hay gente muy dispuesta a interpretar políticamente. Creen que lo que quiero decir es que las izquierdas hacen avanzar a una sociedad, y las derechas la traban. Esa idea puede ser válida o no, pero no tiene por qué desprenderse del texto. Si la costumbre de avanzar en la escalera mecánica se diera del lado derecho, el contexto político no tendría por qué cambiar. Por suerte, quienes han leído el texto me dicen que esa lectura no se desprende. Igual la considero posible, aunque errónea.

Porque, si bien hay muchos análisis válidos posibles que a mí no se me ocurrirían, también hay muchos análisis posibles no válidos. Los argumentos que no se sostienen son mucho más numerosos que los que sí. Es como las mutaciones. La probabilidad es que sean perjudiciales, pero de vez en cuando aparece una beneficiosa y florece en las siguientes generaciones.

Al final del libro, habrá algunas páginas de palabras de Virginia Janza, quien le dirá a usted, querido lector, qué es lo que leyó, por qué es bueno y no sé qué cosas más. Es muy probable que el libro se imprima sin que yo lea ese texto (eso está bueno, me da la posibilidad de tener algo no leído por mí mismo en un libro que escribí). Confío, sin embargo, en lo que pueda decir. Ella ha entendido mejor que yo algunas partes del libro, y es responsable de gran parte de la forma. Pero eso no significa que todo lo que diga sea cierto, ni lo único que se puede decir, ni “la interpretación correcta”. Será sólo una manera de verlo, y seguro que será valiosa.

Por supuesto, todo esto no implica que sea necesario interpretar el libro. El contenido de Léame es claro, apto para una lectura en la que no se perciba más que lo que está escrito. Si a usted le gusta eso, estaré conforme.