Estamos cerrando Léame. Es un momento de suspenso. Queda poco para revisar, pero siempre está la sensación de que falta ver algo. Esa sensación nunca se va a ir. Por más que mire mil veces, siempre algo va a quedar. Y si hoy el libro está perfecto, mañana seré otra persona y encontraré objeciones que hoy no tengo. O ideas nuevas para mejorar los cuentos.
Ha sido un proceso de varios meses, más de un año, en realidad más de cuatro años. Léame es resultado de mil quinientos días de escritura, que fueron dando forma a una colección de mis mejores cuentos. No me guardé nada para el segundo libro. Sí quedan muchos textos afuera, incluso varios que estuvieron a punto de entrar en el libro y a último momento fueron excluidos. Del mismo modo, algunos que no iban a estar de repente aparecieron en la última versión.
Varios de los cuentos tienen ya un tiempo, y los he leído en público en diversas oportunidades. Pero esto no significa que estuvieran terminados. Nunca un cuento se termina. Lo que no pensé es que en la revisión final iban a aparecer objeciones mayores de personas que no están del todo familiarizadas con los textos.
Entonces, de repente me encontré con que algunos de los que yo consideraba los mejores cuentos, en opinión de gente que respeto mucho, merecían replantearse. Fue el caso de “Mi nube”, que aparece aquí linkeado en una versión similar a la que iba a publicarse. Fue uno de los primeros cuentos de lo que llamo “el rincón sensible”, que fue una especie de apertura a poner un poco de sentimiento en los textos. En realidad, empezó como una especie de parodia del sentimentalismo, pero con el tiempo fui tomando la decisión consciente de dejar ser a los sentimientos, sin que para eso fuera necesario abandonar el humor.
Resultó que, visto desde ahora, el texto no sabe bien para qué lado quiere agarrar, y se queda en el medio. Esto me fue transmitido. No hubo que persuadirme demasiado de que era cierto, siempre lo había sabido. Pero de repente me agarró la duda: si éste es uno de los mejores cuentos, ¿cómo voy a lograr mejorarlo sustancialmente?
Decidí que valía la pena intentarlo. Escribir desde lo que sé que es el cuento, hacerlo fluir sin que influyera la idea que tenía hace dos años de lo que iba a ser. El resultado es un cuento totalmente nuevo. De lo linkeado arriba, quedan dos párrafos. Sin embargo, la descripción de la trama es prácticamente la misma. Pero es mucho mejor que antes. La reescritura completa resultó un gran beneficio para “Mi nube”, y para varios más también.
La publicación de Léame me forzó a volver a leer los cuentos y ser más fiel a ellos que a quien era yo cuando los escribí. Es una de las más grandes y gratas sorpresas de este proceso.