Léame salió hace poco más de un año, y como resultado en este tiempo me pasaron cosas que no sospechaba. Es buen momento para hacer un repaso rápido por varias de ellas.
Muy rápido me enteré de que daban Léame como parte del contenido en algunas escuelas y universidades. Lo hace gente que me conoce, y gracias a eso conoce el libro, pero igual no se les ocurre enseñar todos los libros que se les cruzan. Esto solo ya me pone contento. Más contento me puse cuando me invitaron a una clase en la Universidad de Moreno, por ser precisamente el autor del libro que habían estado viendo y con el que los pibes se habían copado.
Al mismo tiempo, cuatro cuentos de Léame eran traducidos al inglés, para ser publicados aquí después de mi aprobación. Quedaron bien.
Recibí enorme cantidad de comentarios elogiosos. Desde familiares y amigos hasta gente que no sé quién es y me ha buscado para decirme cuánto les gustó el libro. Todos esos comentarios me hacen sentir bien.
Llevé el libro a dos festivales en Rosario y Azul. Lo vi en la vidriera de un par de librerías. Sé también que hay algunas copias circulando fuera del país, y en bibliotecas.
Me llegaron inesperadas reseñas en medios masivos. El libro salió en diarios, revistas y televisión. En varias lecturas de Viajera se agotaron los ejemplares de Léame disponibles para la venta.
Surgió una explosión de confianza, que me hace tener más seguridad para hacer cosas y probar desafíos nuevos. En las lecturas los autores me tratan como a un par. Tal vez antes también. La diferencia es que me siento como un par. Porque ahora me siento escritor.