A continuación, transcribiré algunas selecciones de un diario semipúblico que hice para un proyecto de taller en 2009. Van sin corrección, por lo tanto los errores son de origen.
Me da la impresión de que a nadie le interesa leer lo que pasa dentro de mí. Capaz que me equivoco. Me parece que si lo que me pasa también le ocurre a otros, y logro expresarlo, entonces sí existiría algún tipo de interés. Pero eso es porque estaría expresando lo que les pasa a los otros, no porque les interese lo que me pasa a mí.
A veces escribo basándome en esas cosas, y en general no me importa ser fiel a la realidad o a lo que siento, sino hacer el mejor texto posible. Eso a veces coincide con poner lo que me pasa, y a veces no.
A veces, cuando integro grupos, me da la impresión de que si me muestro demasiado voy a caer mal. Pero hubo algunos casos en los que, cuando me mostré sin tratar de dar una impresión en particular, caí bien. Pero igual me cuesta hacer eso, sobre todo en grupos grandes. Pienso que no les interesa conocerme. Y a veces me encuentro con que me conocen más de lo que creía.
Tengo pocas ganas de ser adulto, y muy pocas de no serlo. A veces me parece que no asumo que ya lo soy. A veces sospecho que actitudes como no tomar alcohohl obedecen a eso, aunque sé que no necesito alcohol para ser adulto. Sé muy bien que la idea es conservar la frescura de cuando uno es chico aún cuando no lo es, pero es mucho mhás fácil de decir que de concretar.
Mientras tanto, sigo sin saber ponerme una corbata.
Últimamente no estoy escribiendo cuentos con personajes. Menos todavía con personajes con nombre. Por un lado está bueno porque no tengo que pensar nombres (detesto a los que sólo hablan de Juan y Pedro). Aparte salen cosas piolas sin usar personajes. Pero algún sector de mí considera que sin personajes con nombre no son cuentos de verdad.