Empecé escribiendo humor. Ahora lo sigo haciendo, pero también descubrí que había otras posibilidades y me gusta explorarlas. Entonces, ocurre que algunos de mis escritos actuales no tienen humor, o no lo buscan.
Por un lado está bueno, porque me animo a cosas nuevas, cosas que antes no se me ocurría que fuera capaz de hacer. Pero por otro lado, puede dar lugar a una confusión que es pertinente sacarnos de encima desde el vamos.
Hay gente que empieza haciendo humor y después “se gradúa” hacia géneros mayores. No tengo intención de convertirme en ésos. Primero, el humor no es un género menor. No estoy seguro de que sea un género, ni de que existan los géneros, pero eso es otra discusión. Pero una obra que tiene como objetivo el humor no es necesariamente inferior a una que tiene como objetivo, por ejemplo, movilizar lágrimas.
Está bien, en general las comedias no reciben Oscars. Eso es un problema de los Oscars. Peor para ellos. No resta mérito a las comedias. Claro que un Oscar da prestigio. Tom Hanks ganó una pila de ellos, y es considerado un gran actor. Pero antes de ganar esos Oscars no era peor actor que después. Sólo actuaba en comedias.
No estoy diciendo que Tom Hanks tendría que haber recibido un Oscar por su actuación en Splash. Estoy diciendo que tuvo que hacer papeles más dramáticos para poder ser tomado en serio por la gente que otorga ese premio, y por gran parte de la sociedad. Y eso no está necesariamente bien.
Es un fenómeno parecido al que se da con ciertos periodistas deportivos, que no ven la hora de cambiar de rubro y dedicarse al periodismo de otras áreas. Muchos lo consiguen, y de repente tienen una chapa que antes no poseían. Se convierten en gente respetada, en opiniones autorizadas. Pero puede que no haya cambiado la calidad de su trabajo. Puede ser igual de bueno (o de malo) que cuando cubría waterpolo. Lo que cambia es la percepción, la idea de que una persona que se ocupa de temas serios es más seria.
Eso es una mirada superficial y equivocada. Lo que hay que mirar es qué tan bien hace alguien su trabajo. Si quiere hacer humor, qué tan gracioso es. Si quiere hacer ciencia ficción, qué tan cienciaficcioso es. La persona, en todos los casos, es la misma y tiene la misma capacidad que antes.
Todo esto, en realidad, es más un problema de la sociedad (?) que de quienes hacen o no humor. El asunto es que muchos se creen estas cosas, y terminan pensando que al hacer humor hacen obras inferiores. Y se quieren ir. ¿Saben una cosa? Váyanse. Nosotros, los humoristas, no estamos interesados en tener gente que no quiere estar en nuestro club. Vayan a ver si los aceptan en el country de la Alta Literatura.