Lo siguiente es un ejercicio de taller que está recién salido del horno, modelo 2012, tal vez inconcluso. El ejercicio consistía en escuchar algunos fragmentos de Revelación de un mundo, de Clarice Lispector, y después escribir algo a partir de lo que resonaba de lo escuchado.

¿Cómo se escribe? Escribiendo. Ésa es una de las cosas de las que tuve que darme cuenta. Antes pensaba que había una manera correcta. Que “los escritores” lo hacían así. Seguramente de formas distintas, pero unas pocas, iguales en lo esencial. No estaba preparado para ser escritor. Entonces no era serio escribir. No era serio escribir ficción. Lo otro estaba claro que cualquiera podía.

Había también un determinismo. Uno es escritor, o no es. No hay “seré escritor”. Eso se nace. Una cosa es saber escribir y otra ser escritor.

Era mentira. Cuestión de ponerse y escribir, nomás. La inspiración se las tiene que arreglar. La intuición, si uno la deja, ayuda. Hay que liberarla, con ciertos límites, y dejarse llevar. Después revisar qué trajo la intuición. No todo sirve. Al corregir, aparecerá otra intuición, más difícil de ver, que se sube a los hombros de la primera y ve más lejos. Hay que darle bola.

Todo el proceso de darme cuenta de estas cosas me hizo dar cuenta de que hay una aplicación similar para la otra pregunta, la más grande. ¿Cómo se vive? Viviendo.