‘Twas brillig, and the slithy toves
Did gyre and gimble in the wabe;
All mimsy were the borogoves,
And the mome raths outgrabe.

Lewis Carroll se mandó el “Jabberwocky” en Through the Looking Glass. Todo el poema es un sinsentido, pero no suena a sinsentido. Si uno presta atención a los sonidos en lugar de los significados de las palabras, parece tener sentido. Se lo puede entonar como si se lo dijera muy en serio. Y, si uno quiere, es posible insertarle algún significado, una codificación de algo que el autor no se animó a decir concretamente.

Cien años después, Lennon se inspiró en esta clase de cosas para hacer I Am the Walrus, con frases como

Sitting on a cornflake
waiting for the van to come
corporation T-shirt
stupid bloody Tuesday
man, you’ve been a naughty boy
you let your face grow long.

Acá hay todas palabras de verdad, y hasta reemplazos de frases. Pero no forman nada en concreto. La letra está pensada para despistar a quienes quieran analizarla. Es un caso de “todo vale”.

Pero, ¿vale todo en estos casos?

Es necesario dar al nonsense algún tipo de forma. Alguna estructura en la que se sostenga el sinsentido. Porque si nos ponemos a escribir cualquier letra, no tiene ningún tiop de a adasd aiasfsd ksfhsvks gkj fsdkl sdf sksd lfs kfnsdfsbntrbwscwnm wekfj wfk wfjwiofh wof wwm wn fvwh eowiewiowfofwof we we. Así no vale la pena, no hay ningún gusto por leerlo. No existe trabajo de autor.

Entonces es necesario, mínimamente, que de lejos parezca que está presente algún sentido. En Léame está mi versión de esto, Verleder y Lertena, que es un cuento que usa casi todas palabras inventadas, con la idea de que suenen a español. Y está bien redactado, gramaticalmente. Dice en parte:

Un serletando prom Verleder sangaba u Lertena. ¡Cónco tranque gunta sete! Lertena salotó la caserobia. “Bonés el sarlo o salraronte supro laste sarlarón”, crozotó Lertena. Verleder mertó la crosta. Lertena singol alcó un vortón.

Si se lee el cuento completo, se puede atisbar una especie de historia, o mejor dicho el esqueleto de una historia. Hay un principio, un medio y un final. Hay personajes, acciones, conflicto. Lo que no se sabe es en qué consisten todos esos elementos.

No sé si tiene algún valor así como está, pero estoy seguro de que no tendría ninguno si no respetara alguna de las reglas de la literatura. No se puede romper todas juntas, porque queda una masa amorfa, irreconocible por todos lados. Las reglas, aunque se pueden romper, están por algo.