Una cosa es publicar un libro, y otra cosa publicar el primer libro. Me da la impresión, ahora que ocurrió, de que esa circunstancia es más especial. O por ahí no más especial, pero con un sabor distinto de las otras.

Como no tengo la intención de que Léame sea el único libro, se me cruzan por la cabeza esas cosas. El plan (?) es hacer más libros. No sé cuándo, ni en qué consistirán. Pienso dejarme sorprender por lo que salga. Pero siempre voy a tener un punto de comparación que esta vez no tuve.

Está bueno aplicar lo que aprendí, encarar el segundo proyecto sabiendo algo proveniente del primero. En realidad, no se sabe mucho del segundo. Puede que lo aprendido en el primero no sirva para nada. Pero, como también puede que sí, es bueno aplicar la experiencia.

¿Serán todos los libros como Léame? No lo sé. Aunque déjeme, amigo lector, contarle una infidencia. Me siento algo liberado. Estoy muy contento de que mi primer libro sea de cuentos humorísticos. Podía haber sido algo muy distinto. Muy distinto de lo que es y de lo que siempre quise que fuera. Pero ahora, no necesariamente tiene que ser de lo mismo. Se abren toda clase de opciones. De forma y de contenido. Claro que entre esas opciones está también el formato de Léame, que no lo voy a abandonar sólo porque ya lo hice.

Si quisiera, podría hacer ya mismo un libro comparable. No en vano tengo 1600 cuentos disponibles. Pero no se trata de recopilar cantidades. La idea, al menos la idea actual, es hacer libros que tengan algún tipo de identidad (recopilación de cuentos, no obstante, puede ser una identidad). Hay que dejarlos madurar, no forzarlos, confiar en que llegará el tiempo para que cada uno salga. Puede ser antes de lo pensado.

Así que, caro lector, no se sorprenda si en algún momento salgo con algo muy distinto. Seguro que va a estar hecho con el mismo entusiasmo.

Por lo pronto, me gusta que mi primer libro se llame Léame. Va a quedar bien en las biografías.