El otro día hice un post donde describía a la lógica imperante en mis textos como una debilidad. Pero capaz que fui algo severo. Escribir con lógica tiene sus ventajas.

Primero, ayuda a ordenar los pensamientos. Como acá, que hay uno que viene primero y cuenta con el ordinal correspondiente. Cuando se cuenta una historia es bueno saber de dónde se parte y adónde se quiere llegar. Conocer los nodos básicos de la trama, y convertir al resto de la escritura en un fill in the blanks.

Claro que esos blanks deben ser filled con algo interesante. Si no, el texto se queda sólo en el esqueleto, y así suele ser muy poco atractivo.

La segunda ventaja es que la lógica permite explorar. Proporciona un camino para indagar las características de una idea, como las consecuencias que puede tener. A través de eso, puede salir una historia. El problema con esto es que si sólo se permite un camino de la lógica, saldrán todos los textos más o menos similares. Pero si se la usa para encontrar caminos y descubrir cuáles son los fructíferos, los resultados pueden ser muy satisfactorios.

La lógica ayuda a explorar también las debilidades de una idea. Cuando algo es absurdo, o semi absurdo, la lógica permite descubrirlo y ponerlo en evidencia. Ese proceso se puede transformar en una historia, o en un texto, gracias a la aplicación de pensamiento sobre algo.

Ese pensamiento lógico, no obstante, servirá más que nada para encontrar los nodos de la historia. Después, para llenar los espacios que quedan vacíos, hará falta imaginación.