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Léame está pensado para ser leído más de una vez. No sé si es efectivo, porque para el autor es particularmente difícil juzgar esas cosas, pero la posibilidad existe.

¿Cómo se logra, a mi criterio, un libro relegible? Con atención al detalle. Si uno escribe con cierta meticulosidad, es probable que el lector se vaya acostumbrando al estilo a medida que pasan las páginas. Cuando vuelve a las primeras, las ve de otra manera, puede percibir la construcción del tono.

Eso es lo que tiene la relectura: permite descubrir el proceso de escritura, o al menos la forma en la que está construida la estructura de un libro. Permite, con el resto ya leído, ver las semillas plantadas al principio para que florezcan al final, o los guiños entre distintos momentos. Esto debería proporcionar otro nivel de lectura, que no es necesariamente algo que haga que el alma trascienda el mundo material, pero sí una experiencia distinta a leerlo por primera vez.

Se trata de una experiencia más relajada, sin tanta incertidumbre. Usted, querido lector, puede estar tranquilo, nada lo va a sorprender, las tramas serán las mismas que ya leyó. Sin embargo, es mentira que nada lo va a sorprender, porque va a haber cosas de las que se va a haber olvidado, y de repente lo pueden sorprender. Y va a descubrir, quizá, las razones por las que algunas de las cosas que están, están. Y eso le devolverá la tensión primigenia, la incertidumbre de no saber qué otra cosa va a encontrar. Recuperará un poco la experiencia de la lectura inicial, sin perder por eso la memoria de lo que leyó.

Buena suerte.

¿Cuánto duran los cuentos de Léame? La respuesta no es tan simple como podría pensarse. Exploremos.

Son aproximadamente 130 páginas, que contienen aproximadamente 40 cuentos. 130/40=3,25. Así que el promedio es tres páginas y fracción, o sea cuatro, porque no da empezar el siguiente cuento exactamente donde termina el anterior. Para eso Dios inventó el salto de página.

Pero eso no sirve para nada si no sabemos el tamaño de la página y la letra. Me retrotraeré entonces al Word (o al procesador del OpenOffice). Es más que habitual que los cuentos duren una página, escritos en Verdana de 12 puntos, espacio simple. Esto se traduce a dos páginas de las características de Léame. Así que diré que la mayoría tienen dos o tres páginas. Aunque hay algunos bastante cortos que ocupan una sola.

Existen más largos. El que se lleva la palma, La extraña metamorfosis del doctor Erasmus Chesterton, tiene doce páginas (eran siete de Word). Me alegró ver que en este cuento llené una página entera con un diálogo, que no abundan en el libro. Así que son doce, pero los diálogos hacen que haya cierto espacio en blanco, por lo tanto la sensación paginal es menor.

Y eso es lo importante. No tanto cuánto dura un cuento, sino cómo se deja llevar. No sé si usted, amable lector, está de acuerdo. Yo cuando estoy leyendo suelo mirar cuántas páginas me quedan en la unidad actual, y me preparo para la longitud que sea. A veces me sorprendo de lo poco que tardé, o cómo no me di cuenta de que algo era tan largo. Eso significa que es fácil de leer, llevadero, está bien escrito. O al revés, que no conduce a ningún pensamiento y entra y sale de la cabeza sin mayor impacto.

Así que quedará en cada uno si disfruta los cuentos de Léame. Pero por lo menos, si no le gustan, no los tendrá que sufrir durante muchas páginas. Y si le gustan, la longitud corta lo dejará pidiendo más, y lo llevará a leer el siguiente. El libro mismo le pedirá seguir leyendo.