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Aquí está el contenido de la última lectura, que se hizo hace un par de semanas. En esta oportunidad no hay material de Léame. Hay dos poemas y una arenga sobre las galletitas Toddy que tuvo su origen en este mismo blog.

Una vez más, el crédito es para Gaby Tavolara por la grabación y por subirla. En su canal de YouTube se pueden ver las otras lecturas de ese día y de días anteriores.

No fue hasta que me conecté con la gente de Viajera que descubrí una obviedad: el papel con el que se hacen los libros no es blanco. Es claro, casi blanco, pero tiene un tono amarillento, como el de las partituras de la Belle Époque. Desde ese momento, como es costumbre, cada vez que me topo con un libro hecho con papel blanco, decido que quien lo editó no sabía nada y hago mentalmente un “ja!”.

Con el tiempo, he desarrollado algunas teorías sobre cómo debe estar editado un libro. Desarrollar teorías es uno de mis fuertes, sin que por eso las teorías tengan que ser correctas o tener aplicación. Pero las puedo compartir con ustedes, queridos lectores, para que sepan que hay gente que presta atención a estas cosas.

En primer lugar, las páginas de un libro deben estar numeradas. A menos que sea un libro infantil de ésos con cinco páginas de aglomerado, tiene que haber una forma de identificarlas. Esta forma tiene que ser un número. Está permitido poner números romanos (en minúsculas) en las páginas previas al comienzo oficial del libro, pero en el libro en sí tiene que usar los arábigos. Puede ocurrir que alguna página no los tenga, eso no es grave.

Lo que es necesario es que esos números estén bien puestos. Tienen que estar en la esquina externa de la página, lo suficientemente lejos del borde como para que no se corten al terminar de armar el libro, y lo suficientemente lejos del texto como para diferenciarse. Pueden ir en la esquina inferior o superior. Pero no está bien ponerse a jugar con la ubicación de esa herramienta. Es como correr el norte en la brújula.

Algunos diseñadores eligen jugar. Ponen los números en el medio del pie de página, o en la parte interna. O los escriben en palabras, por ejemplo doscientos cuarenta y ocho, como si fuera un cheque. Puede haber libros en los que algunas de esas innovaciones sean apropiadas. En general, no. Sólo molestan, y hacen notar al diseñador como un promotor de sí mismo antes que del libro que está diseñando.

Después está el encabezado de la página, donde muchas veces va el nombre del autor, o el título. Ahí es bueno que aparezca el nombre del capítulo, o del ítem que figura en esa página, del lado derecho. Del izquierdo puede ir el nombre del autor o el del libro. Hay diferentes criterios que permiten usar cualquiera de ellos. Lo que no está bien es poner en todo el libro el nombre del autor de un lado, y el del libro del otro. No tiene sentido. Se supone que uno sabe qué libro está leyendo. Hacer eso sólo facilita que el libro sea pirateado con fotocopias, y eso no es lo que las editoriales quieren que ocurra.

El texto en sí tiene que estar en un font con serif, a menos que alguna razón muy poderosa lleve a otra cosa. No está bien que esté todo en negrita, ni en versales, ni nada de eso, la idea es facilitarle la lectura al lector. Queremos que lo disfrute, y que no le duelan los ojos. Del mismo modo, hay que dejar respirar al texto, con sangrías, espacios y márgenes adecuados, sin ser excesivos.

Después, el papel. Además de no ser blanco, tiene que tener un grosor razonable. Un libro lleno de fotos puede tener hojas blancas y papel de calidad. Uno que tiene principalmente texto necesita hojas que se puedan enrrollar, aunque no está bien que sean tan finas como para que se pueda leer el texto del otro lado.

A la hora de encuadernar, hay métodos baratos que sólo funcionan si el libro nunca es abierto. Esos pegotes espantosos atentan contra la difusión del libro, que tarde o temprano perderá las páginas pegadas. Es preferible encuadernar con hilos, o con cualquier cosa que permita a) llegar al margen sin forcejear al abrir el libro y b) que las hojas no vuelen con el uso normal.

Listo. Eso es todo. Siga estos consejos, amigo editor, y su libro logrará no irritarme, por lo menos antes de leerlo.

En las últimas semanas Léame ha recibido algunos comentarios elogiosos que está bueno compartir con usted, caro lector.

Por ejemplo, esta semana apareció en el catálogo de libros de la revista Ñ. La reseñina dice así:

Nos enfrentamos a textos donde no sólo pueden convivir seres extravagantes o fantásticos en situaciones grotescas, sino que la incuestionable lógica argumentativa eleva el nivel de la ocurrencia y vuelve la posibilidad factible.

Esa lógica argumentativa está presente en varios comentarios, y da para decir algunas cosas, que serán escritas en algún futuro post.

Ha habido también reseñas. Nadina Tauhil hizo una para el blog de Viajera, como parte de un proyecto de  mutuo reseñismo con su ranamadre.

Por su parte, el autor Rubén Sacchi publicó en su blog un comentario, de cuyo contexto voy a sacar la frase “fuera de eso, la vida transcurre entre señores con álamos en su cabeza y ríos de Coca Cola brotando de las canillas”.

Finalmente, hace algunas semanas el periodista Osvaldo Bazán no sólo hizo comentarios muy elogiosos en Twitter y también en su programa Agenda Nacional de TN. Esto generó un follow frenzy que casi duplicó mis seguidores. Si usted aún no es uno de ellos, todavía tiene la oportunidad.

Agradezco a todos los que se tomaron el tiempo no sólo de leer Léame, sino también de proclamarlo en público.

Viajera abrió ayer su tienda online. Esto significa que Léame ya se puede comprar por vía electrónica, sin salir de su domicilio u oficina. Están disponibles varios títulos, pero si usted sólo busca Léame, no necesita ver la lista completa. Sólo tiene que seguir el link directo, o este otro. O hacer clic en el título de Léame. Cualquiera de esas opciones lo dejará en el mismo lugar, en condiciones de comprar Léame.

De todos modos, si quiere comprar también los otros títulos, este autor se los recomienda.

Se abona a través del servicio Mercadopago, con tarjeta y/o débito directo.

También hay un par de librerías nuevas donde están disponibles copias físicas de Léame (las que se compran online también son físicas, sólo que usted no está físicamente en el mismo lugar que ellas en el momento de efectuar la compra). Son ellas:

Eterna Cadencia
Honduras 5574, Palermo

Prometeo
Honduras 4912 (y Gurruchaga), Palermo

Ambas se agregan a las librerías que ya tenían disponible Léame: Hernández, Guadalquivir, Norte, Purr, La Libre y Fedro. La distribución continuará en las próximas semanas.