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El blog que lleva mi nombre, que publica sólo cuentos, no publica sólo cuentos. También hay algunas secciones fijas, con contenido que se mantiene estable. Aunque a veces cambia. Son cambios sutiles, que no se anuncian en la home, porque me gusta que esa home tenga sólo cuentos. Pero, ¿para qué está este segundo blog? Entre otras cosas, para hacer los anuncios que no hago en el primero.

Así que corresponde decir acá que si entran a la sección de autobiografías, encontrarán una nueva, titulada Antibiografía. Ese texto, al contrario que algunos de los demás, dice todas verdades, pero mantiene el tema central de que no dice naa sobre mí (salvo lo que el lector pueda deducir a partir de lo que está escrito).

No sé por qué, me gusta escribir una autobiografía así por año. Están casi todas en esa misma página, salvo la de 2010, que se encuentra en las páginas de Léame. En 2011 sólo la hice en diciembre, y este año todavía no hay ninguna, así que veremos si la racha continúa. De ser así, una vez registrada (como ocurre con todo el material del sitio) aparecerá ahí mismo. Y quién sabe, tal vez avise también por acá de esa aparición.

Ya que están, pueden visitar las otras secciones, por ejemplo el Q&A, donde encarno a un entrevistador que me hace preguntas, y me tomo el atrevimiento de contestarme. En ese texto está la política de privacidad, que fue escrita con la colaboración de ilustres figuras del derecho argentino.

Otra sección que pueden visitar es Camino azaroso. Se trata del cuento que tiene un trillón de formas distintas. Lo mejor es recargarlo varias veces y explorar las diferentes combinaciones de elementos al azar.

Por último, hace poco me tomé el trabajo de arreglar el formulario de contacto, que se encuentra algo escondido, pero está en todas las páginas. Así que me pueden contactar así me cuentan, sin que les pregunte, qué les parece. Espero que a los spammers les sea más difícil penetrar este formulario. La pregunta “es usted humano” está ahí por algo, créanme.

El otro día tuve la oportunidad de ir como invitado a una clase en la Universidad de Moreno, con motivo de Léame. Jamás me imaginé que iba a hacer algo así.

Sabía que en la clase conocían Léame, que habían estado viendo algunos de los cuentos. Según los datos que tenía, había sido muy bien recibido, les había gustado lo que habían visto.

Esto me generaba una responsabilidad. Tenía que estar a la altura de las expectativas. Que no se decepcionaran al ver en persona al autor de algo que les gustó. No tenía ganas de dejarles un mal recuerdo. No tenía por qué ocurrir eso, claro, pero yo funciono así. Me preocupo de más.

Para que no fuera una exposición aburrida, con Cecilia, que daba la clase, planeamos hacer como actividad el cuento Camino azaroso. Este cuento tiene dieciocho segmentos que se eligen al azar entre diez posibilidades, por lo tanto tiene un trillón de combinaciones posibles.

Llevé el cuento impreso, con espacios en blanco en las partes variables. Y al principio les pedimos que inventaran ellos lo que faltaba. Tres se animaron a leer lo que escribieron, y salieron cosas muy divertidas. Algunas de las frases que pusieron estaban entre las que había puesto como posibilidad. La mayoría no, y varias fueron desopilantes.

Luego saqué dieciocho bolsitas con las variables originales, e hicimos varias pasadas del texto sorteando cada una. Se fue armando así la historia entre toda la clase, con resultados hilarantes. Lo que tiene ese cuento es que siempre hay posibilidades distintas, combinaciones que no pensé, contrastes que se generan sin haber sido diseñados. Es casi imposible que no pase cuando hay un trillón de configuraciones distintas. Lo bueno también es que mientras más pasadas, más divertido se hace. No sé por qué es, tal vez porque uno está más familiarizado con el esqueleto, o porque va viendo distintas posibilidades.

Después de esto, pasamos al espacio de Q&A, donde me hicieron distintas preguntas sobre la escritura y el libro. Me dieron la oportunidad de hacer una especie de versión en vivo de este blog.

Me trataron con mucho respeto. Fui presentado como “un narrador”. Me hablaban de usted. Y me escuchaban cuando hablaba. Me da satisfacción haber conseguido eso a través de lo que escribo.

Fue una experiencia muy agradable, la disfruté mucho. Si alguno de los que estaban ahí lee esto, sepan que se los agradezco.