En el cuento Domingo de regreso, de Léame, el cuerpo revivido de Domingo Faustino Sarmiento provoca miedo a los niños que circulan una mañana por la calle. Se produce entonces el siguiente pasaje.

“¡Aaahhhh! ¡Sarmiento!” exclamaron y salieron corriendo hacia el lugar más seguro que tenían cerca: el edificio de la escuela, donde se sentían a salvo de la influencia del gran educador.

Ése fue el momento eureka del cuento. La diferencia entre una idea que estaba buena (Sarmiento revivido) y una que valía la pena publicar (Sarmiento vs. niños en la escuela). En esa frase, que creo que está idéntica desde el principio, hay mucha ironía, y supongo que se nota que esa ironía es autoconsciente.

O sea, es casi demasiado conveniente, pero al mismo tiempo cierra perfectamente. No hay que forzar nada. Y como valor agregado, tiene contenido político y/o social.

El asunto es que no tenía ni tengo ninguna intención de ponerle contenido político al cuento. Ese pasaje está así porque me gustó la idea, me pareció muy graciosa. Y nada más.

No es un pasaje favorable a Sarmiento, ni contrario. Podría pasar por un comentario sobre el estado de la educación, pero si alguien tuviera ganas de hacerlo hablar a favor del estado actual de la educación, es fácil hacerlo. Siempre fui plenamente consciente de esas posibles interpretaciones, y de la naturaleza tentadora de elegir una de esas interpretaciones.

Pero, insisto, aunque no sea muy creíble, que lo único que quise fue hacer un cuento gracioso. La idea de refugiarse de Sarmiento en la escuela cumplía esa condición, y sumada a la segunda idea de que los niños encontraran a la escuela como un lugar libre de la influencia de Sarmiento le daba otro nivel. Nunca me interesó que fuera más que eso.

Está bien que uno puede poner significados sin darse cuenta, que uno no sabe todo lo que está diciendo, y todo eso. No voy a decir que las interpretaciones posibles no están en el texto. Pero puedo asegurar que ninguna de ellas fue intencional. La única intención era jugar con la idea de Sarmiento, tal como me la enseñaron en la escuela. No denunciarla ni abrazarla. Eso corre por cuenta del lector.