Payday loans uk

Cada vez que viene marzo, me acuerdo de lo que significaba ese mes cuando iba a la escuela: el principio de las clases. El fin de la libertad, para ser reemplazada por levantarse muy temprano para meterse en un ambiente de convivencia forzada y obediencia de reglas absurdas. Siempre que las clases empiezan antes del 10 de marzo, me indigno de que me saquen un poco de las vacaciones, por más que ya no vaya a la escuela.

Pienso en el primer día de clases, que tienen reencuentros felices, pero también una conciencia del paso del tiempo, un certificado de que algo cambió. Hay gente nueva, gente que no está más, y nuevas modalidades a las que acostumbrarse. Los primeros días de clases son de estudio, como en el boxeo. Ver cuáles son los límites, qué se puede hacer, dónde están los lugares cómodos, tener una idea del tono que va a tener el resto del año.

A medida que pasó el tiempo, el primer día de clases se multiplicó por la cantidad de materias distintas. Entonces empezó el rito de las presentaciones, no sólo de los docentes, sino de los alumnos. Palabras de bienvenida pensadas para romper el hielo, que lo único que consiguen es crear más hielo. Es como la angustia de la hoja en blanco, del principio de un proceso, pero con la certeza de que la hoja en blanco se va a llenar, y se derrama una lágrima por el blanco que pronto no estará.

Esto me ocurrió todos los marzo desde que empecé la escuela hasta que terminé la facultad. Cada vez que quiero hacer un curso o algo, pienso en el primer día y es un obstáculo a franquear. Algunas veces se me ocurrió hacer otra carrera. Y pensé en todos los primeros días que iba a tener que atravesar. Y me di cuenta de que no tenía ninguna intención de volver a pasar por eso.

Ese día me di cuenta de que mi educación formal había terminado.

Me da la impresión de que, cuando uno quiere desempeñarse en áreas artísticas, vale la pena formarse en ámbitos diferentes del que uno quiere formar parte.

No estoy seguro de que sea cierto. Puede serlo sólo en algunos casos. Pero que haya instancias en las que no es válido no implica que sea algo que no tenga ningún mérito.

Vamos a ponerme de ejemplo. Siendo que escribo, tal vez sería lógico que estudiara Letras. Seguramente me daría cierta formación acorde a lo que quiero hacer. Sin embargo, nunca se me ocurrió estudiar semejante cosa. De hecho, nunca supe que existía una carrera así hasta mucho después de haber terminado la educación formal.

Sin embargo, no siento que no haber estudiado Letras me perjudique. Al contrario, la carrera que estudié, más relacionada con el cine, aporta a lo que escribo. No estoy mandando permanentemente tecnicismos cinematográficos. Pero sí pienso de una manera distinta de la que me parece que pensaría de haberme preparado en “lo mío”.

Debe ser algo parecido a saber idiomas. Son diferentes maneras de pensar, que otorgan vocabularios distintos (y en el caso de los idiomas, eso no es metáfora). Estructuras distintas, que al ser aplicadas a otros medios otorgan resultados de características más salientes.

No estoy diciendo que los que escriben habiendo estudiado letras serán más predecibles, ni nada por el estilo. Es perfectamente válido. Simplemente, quiero hacer notar el aporte de una carrera diferente aplicada a algo que no se suponía que tenía que servir.