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La pregunta seguramente es parte de innumerables debates académicos. Gente elabora definiciones y trata de aplicarlas al mundo real. También trata de convencer a los demás de que usen esa definición. Cuando lo logran, el objetivo final es convencer a la Real Academia, el ente regulador del lenguaje, de que permita usar esa definición nueva.

Pero nadie tiene autoridad suprema sobre estas cosas. Los límites exactos no existen. Todos los que sean propuestos serán arbitrarios. Una definición aceptada no tiene por qué aceptarse.

Por eso no me preocupo en averiguar cuál será la definición de literatura, o el consenso académico sobre su naturaleza. Después de todo, no me interesa hacer literatura. Me interesa escribir. Y aparentemente con eso alcanza.

Entonces lo que hago es declarar que lo que escribo es literatura. ¿Qué es la literatura? En lo que a mí respecta, lo que decida que es. Cualquier cosa puede serlo, no importa si cumple determinadas reglas de género, o de temática, o de forma.

Puede que en algunos casos vaya en contra de alguna definición académica, pero queda claro que no me importa. Nadie está obligado a aceptar el criterio mío. No hace falta hacer un test de literaturidad antes de leer algo. Se puede leer lo que uno tenga ganas. El lector también puede declarar literatura a lo que lee.

De cualquier modo, esa actitud es liberadora para este autor. No tengo que estar cumpliendo expectativas formales, que encima no existen. Hago lo que tengo ganas, lo que me sale y lo que según mi criterio vale la pena hacer. Y eso es suficiente.

Hay gente que no diferencia los dos conceptos. Y no sé si la distinción que hago cuenta con el apoyo de la Real Academia. Ni me importa.

El asunto es así. Vamos a suponer que todo lo que no es verdadero es mentira. La ficción, entonces, es una forma de mentira. Pero alguna gente los toma como sinónimos. Y dicen cosas como “estás viviendo una ficción”, cuando lo que quieren decir es que el destinatario de lo que dicen está viviendo bajo premisas falsas. O sea, está viviendo una mentira.

Porque la diferencia entre mentira y ficción es que la mentira se hace pasar por verdad. La ficción no. En la ficción, todos saben que lo que se dice no es algo que haya ocurrido ni esté ocurriendo, ni se supone que vaya a ocurrir. Uno puede creerlo durante un rato para, por ejemplo, disfrutar una película. Pero hasta ahí. No va a pensar que lo que se ve en la pantalla o se lee en los libros es algo cierto.

Con la mentira no pasa eso. La mentira nunca nos dice que es mentira, porque si no sería ficción. Nos dice que es verdad, y es nuestra tarea darnos cuenta de qué es mentira, porque la verdad también nos dice que es verdad. Para eso hay herramientas muy prácticas que no vienen al caso.

Lo que no hay que hacer es involucrar a la ficción en esos asuntos. La ficción es la más sincera de las formas de no decir verdades, porque desde el vamos no pretende hacernos creer nada.

Aguante la ficción.