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El diccionario de Les Luthiers define a plagio como “fuente de inspiración”. Es un chiste, pero al mismo tiempo no es un chiste. Hay algo cierto en eso, que pasaré a explicar.

Presentar como propia una obra que hizo otro se llama plagio, y es una práctica deshonesta. Pero las obras y las ideas son cosas distintas. Las ideas están en el aire, aptas para que las agarre cualquiera. No se pueden registrar, y se pueden disparar en cualquier momento.

Es legítimo usar ideas que lleguen a uno, sin importar de dónde vengan. Se puede, por ejemplo, agarrar la idea de una obra existente, tomarla como punto de partida y hacer una obra propia con ese mismo punto de partida. Si sale algo muy parecido a la primera obra, puede ser plagio, pero el desarrollo de dos personas que parten de una idea igual no tiene por qué ser igual. Es más: puede ni notarse.

Se puede hacer también la versión propia de un estilo ajeno. Si es una obra original y el estilo sale bien, es una obra al estilo de. Pero a veces no se imita bien. No obstante, lo que sale puede ser suficientemente distinto del estilo propio como para que sea original, por más que el punto de referencia inicial fuera algo existente.

Otra cosa que se puede hacer es combinar ideas distintas, de manera que la suma de ambas genere algo nuevo. Incluso, algo que puede iluminar a las primeras de otra forma. La percepción de una obra puede ser alterada por otra obra que existe a partir de ella.

Es permisible citar, responder, parodiar, insertar pequeños elementos ajenos como parte de una obra propia. Porque las obras no salen de un agujero negro (nada sale de un agujero negro). Están en la sociedad, donde funciona la sopa de ideas de las que todos toman. Y mientras uno no trate de pasarse de vivo, tenga un desarrollo propio y (si la derivación es muy importante) se otorgue el crédito correspondiente, una obra que deriva de otra no tiene por qué ser menos original. Lo más probable es que, a su vez, esa primera obra derive de una anterior.

En la canción titulada Juntapuchos, que se puede escuchar haciendo clic en el link, Leo Maslíah explica una forma de crear a partir de las ideas que no paran de dar vueltas alrededor de todos.

Junto lo que sobra, después que alguien pensó sobre algo que luego tal vez olvidó.
Soy un juntapuchos, me fumo las neuronas que murieron y no pueden pensar.
Junto las ideas que se quedaron calladas por falta de voz, de palabras o por la censura de quien las pensó.

El truco está en saber reconocer las ideas, y recoger las que pueden dar algún fruto. Pueden provenir de cualquier lado. De alguna obra de otro, pero también de lo que alguien dice o sugiere. Incluso de lo que uno mismo hace.

Los gérmenes de ideas están, y el autor tiene que ser un terreno fértil para ellas. Tiene que atraerlas y permitirles desarrollarse. Ahí el autor tiene que poner de sí mismo. No es un mero recopilador. No se trata de parodiar, aunque se puede hacer. Es más que a partir de algo que existe, incluso de un detalle, surge otra cosa.

Esa segunda cosa puede no tener relación, para el lector, con la que lo originó. Puede ser porque se modificó o porque la idea no estaba, y surgió en la cabeza del autor.

También se puede crear con lo que otros no dicen, “se quedaron calladas por falta de voz, de palabras o por la censura de quien las pensó”. Ideas que alguien llevó para un lado pero pueden ir hacia otro. Respuestas a obras existentes que igual forman una obra independiente. Acá encontramos otro texto de Maslíah, titulado “Recetas para componer canciones”. Una de ellas dice (la cita es de memoria, pero creo que es así):

1) Concurra a un recital.
2) Tome nota de todo lo que allí no se dijo.
3) Dígalo.

Es muy válido, porque no tiene mucho sentido estar diciendo lo mismo que dicen los otros. Hay que dar vuelta las ideas, como si fueran manteles que uno agita para sacarles las migas. Hay que cuestionar lo que los otros dicen (y lo que uno dice). Puede haber una verdad escondida en algún lado que no se haya dicho. O una mentira, igual puede valer la pena.

Estas ideas que se desarrollan con el método del juntapuchos no son necesariamente menores, ni inferiores a las que las originaron. Pueden ser mucho mejores, más complejas, más pensadas. Pueden también ser una porquería. Nunca hay certeza. Por eso hay que explorar. Nunca se sabe de dónde puede salir una idea buena. Hay que prestar atención para que las que andan dando vueltas no pasen de largo, y después cuidarlas para que surja algo nuevo. Quién sabe, tal vez valdrá la pena hacerlo surgir.