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Este sábado la troupe de Viajera se presentará en el sexto Festival Cervantino de la ciudad de Azul. El festival se hace del 1 al 11 de noviembre y contará con la presencia de destacadas figuras y numerosas actividades de muchas índoles. Entre ellas está la Feria del Libro, que se realizará del 1 al 11 en la esquina de San Martín y 25 de Mayo, y en la que estarán en venta nuestros libros, por ejemplo Léame.

En ese marco, el sábado 3 a las 4 de la tarde está programada una mesa redonda con varios autores de la editorial, entre los que me encontraré. Será un placer volver a esa ciudad, donde tengo raíces.

El festival se hace porque Azul fue declarada Ciudad Cervantina, junto a Guanajuato y Alcalá. Esto ocurre porque allí se encuentra la colección de Quijotes de Bartolomé Ronco, una de las más grandes del mundo. A partir de que fue declarada Ciudad Cervantina, se realiza el festival, que convoca a mucha gente y se suma a las opciones de turismo cultural de Azul, cuyo patrimonio arquitectónico es muy valorado.

Todo este patrimonio fue prolijamente ignorado en mis numerosas visitas anteriores, que se concentraban en el nada despreciable objetivo de ver familiares. Así que es para mí una oportunidad de ver a Azul desde otra óptica, de volver siendo el mismo pero distinto a una ciudad que también es la misma, pero veré distinta. Y de paso acaparar tarros de dulce de leche LuzAzul para tener al regreso.

Una vez más, Gaby Tavolara grabó la lectura y la comparte con nosotros, y eso incluye a ustedes. Esto es lo sucedido en la Feria del Libro, donde me di el gusto de leer no sólo uno de los hits de Léame, sino también el primero de los textos, el que establece uno de los espíritus del libro.

(Nota: cuando pruebo este post, se ve el video en todo su esplendor; sin embargo, la última vez que posteé un video aparentemente al publicarse sólo se vio el link. Si eso vuelve a ocurrir sólo hay que seguir el link para ver el video. De todos modos, confiamos en nuestro amigo WordPress y esperamos que eso no suceda. Muchas gracias.)

Usted, querido lector, tiene la oportunidad de asistir a un evento sin precedentes: una lectura de Léame en la Feria del Libro de Buenos Aires. Será mañana sábado, 5 de mayo. Ocurrirá en el stand 402, que queda en el pabellón azul. Es un stand del instituto cultural de la provincia de Buenos Aires. Allí se presentarán a las 19 tres editoriales, entre las que está Viajera, y a las 21 autores de esas editoriales procederemos a leer de nuestros libros.

Se ha decidido hacer un hit y un estreno. Aunque el tiempo disponible no es mucho, me la voy a jugar y voy a leer un texto de los que dan nombre al libro, que hasta el momento evité. ¿Por qué los evité? Porque en general son diálogos individuales entre el autor y el lector, pero precisamente esa naturaleza “del autor al lector” es lo que lo hace apropiado para la Feria del Libro, cuyo slogan es precisamente “del autor al lector”.

¿Dónde queda la Feria? Pues como siempre, en la Rural. Es en Plaza Italia, que es en Av. Santa Fe y Av. Sarmiento, Buenos Aires (aparentemente la entrada de Sarmiento es la más adecuada). Llega el subte D, y numerosos colectivos, muchos de los cuales tienen un letrero en el parabrisas que dice “Vamos a la Rural”. No se sabe si ese cartel se refiere al predio (que se suele llamar “la Rural”) o a la Exposición Rural que se hace todos los años en ese predio. Lo cierto es que no tienen un cartel que diga “vamos a la Feria del Libro”, a pesar de que en los colectivos suele haber muchos lectores. Aunque, es cierto, según el horario también hay ganado.

Antes se hacía en el Centro Municipal de Exposiciones, que quedaba atrás del Italpark, y durante un tiempo fue el único evento grande que no se mudó a la Rural. Hasta que se mudó. Desde entonces, el Centro de Exposiciones dejó de ser Municipal. Y ya el Italpark se había convertido sólo en park. Las cosas cambiaron. Pero antes no tenían Léame. No todo está perdido.

Cuando uno edita un libro, se produce una costumbre infaltable. Los amigos, conocidos y desconocidos se acercan para que el autor les dedique el ejemplar. Esto se hace a través de un pequeño mensaje firmado en la primera hoja del libro, que posiblemente sea dejada en blanco por las imprentas con ese objetivo.

La costumbre está tan arraigada que en eventos como la Feria del Libro, autores masivos pasan horas firmando ejemplares para gente que hace largas colas con el solo objetivo de obtener esa dedicatoria. Nunca hice algo así, no entiendo por qué alguien lo haría. Aunque el hecho de que ocurra muestra que es una buena forma de promoción para un libro de un autor conocido.

No termino de entender esta costumbre. No estoy en contra, de todos modos. Cuando alguien me pide que le firme un libro, lo hago con todo gusto. Trato de escribir algo lindo y/o personalizado para cada uno. No da tener un saludo estándar para salir del paso. Quiero que al otro, que se molestó no sólo en comprar el libro sino en pedir que se lo firmara, le guste el mensaje que le toque. La calidad dependerá de cuán inspirado esté en el momento. No hay garantías.

Firmo, entonces, encantado. Pero eso sí: me lo tienen que pedir. Si no me lo piden, no voy a salir a decir “¿querés que te lo firme?”. Me da la impresión de que hacerlo es ponerme en importante, en “mirá qué grosso que soy”. Es un prejuicio, lo sé. Otros autores no lo tienen y salen a ver a quién le pueden firmar. Está muy bien. Tampoco tengo nada contra eso. Abrazan la costumbre y la disfrutan.

Así que, el que quiera que le firme su ejemplar, no tiene más que pedirlo. Ya lo saben. Y si me olvido o me demoro, no tengan pudor en recordarlo. No me voy a enojar.