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La técnica para dar buenos golpes en tenis es pegarle a la pelota con la raqueta, y luego acompañar la trayectoria cuando la pelota ya partió. La raqueta debe completar el movimiento una vez que se separa de la pelota.

Si no se hace eso, el golpe será incompleto y la pelota no irá donde se busca. Puede no ir de todos modos, pero si la técnica no se aplica, lo más seguro es que no llegará a nada.

Es un caso de el futuro afectando al pasado.

Aunque, claro, la clave no está en lo que ocurre después sino en la manera que se da el golpe. Años de ensayo y error han determinado que si se pega con suficiente fuerza como para que la pelota sea buena, entonces la raqueta se quedará acompañando.

Escribir un libro tiene aspectos similares. De nada sirve que sea una llegada y nada más. Hay todo un proceso antes de publicarlo que es muy importante. El momento en el que la publicación se concreta es definitorio, y el libro podría andar bien después de eso.

Pero hay que acompañarlo. El autor no se puede desentender del libro en el momento que sale hacia el público. Debe estar preparado para seguir la trayectoria, para entrar en las aventuras que el libro disponga.

La experiencia con Léame fue placentera desde el comienzo, y cada vez es más. En diciembre, cuando se presentó, parecía el alivio largamente esperado, que se dio con el suspenso de estar pendientes de los vaivenes técnicos correspondientes. La presentación fue el momento en el que la pelota salió de la raqueta.

A partir de ahí, el libro empezó una trayectoria propia, más o menos independiente de la del autor. Pero no me desentendí. La vengo siguiendo con gran atención, y hago esfuerzos para mantenerla en el aire. Las repercusiones de ese golpe vienen siendo muy gratas, y muchas, como las noticias de que Léame es estudiado en escuelas y facultades, son también inesperadas.

Quién sabe qué espera a Léame, y a su autor, en el futuro.

La biografía del autor que aparece en Léame no tiene ningún dato específico. No dice nada sobre qué hice, cuándo nací ni qué me llevó de qué lugar a qué otro, ni por qué.

Algunos lo han interpretado como una manera de esconderme. Es una interpretación que entiendo, pero no era la idea. Me da la impresión de que no tendría por qué interesarle a nadie todos esos datos. ¿Qué cambia con saber dónde estudié? ¿Se lee distinto el libro si se sabe el año de mi nacimiento?

Tampoco es que me interesa ocultarlo. Sólo que se me ocurre que no es relevante. Hay un montón de cosas que no están en el libro, y que tienen muy buenas razones para no estar. Léame no incluye, por ejemplo una copia del Levítico en arameo.

Hoy (es decir el viernes, cuando escribía esto para programarlo) tuve que hacer una pequeña biografía verdadera para cuando llegara el momento de aparecer en la presentación. Tenía que ser no más de un párrafo. Costó un poco, porque no estoy acostumbrado a hacer esa clase de cosas. Escribí lo siguiente:

Nicolás Di Candia nació en 1980. A los siete años decidió que quería hacer reír, y desde entonces ha buscado la manera de lograrlo. Mucho después estudió producción de cine y TV. Trabajó en televisión y escribió en diversos medios. A mediados de 2007 le pareció que era hora, y empezó a escribir cuentos todos los días. Desde entonces no ha parado, y ya lleva más de 1600. Los mejores están en Léame.

Algunas cosas habían aparecido en este blog, que es el lugar a donde pueden acudir los que quieran saber más sobre el autor.

Ahora, puedo admitir que es posible que haya algún impulso para ocultarme, que esté escondido detrás de lo que creo que me hizo decidir a escribir y usar la biografía genérica que aparece en Léame. El razonamiento fue “puedo meter un cuento más si uso el espacio de la biografía”. Consideré el asunto de que podía ser ocultarme, y decidí que las ventajas eran más que las desventajas. Aunque puede ser que me haya estado engañando.

Hoy, aunque para usted es sábado al mediodía, para mí es viernes a la noche y/o sábado a la madrugada, y acabo de llegar de la presentación. Lo siguiente es un ejercicio para registrar pensamientos todavía frescos sobre el evento.

Primero, fueron emocionante las palabras a cargo de Sergio Criscolo. Más allá de abundar en conceptos elogiosos sobre el libro, no paró de compararme con gente muy, muy grossa. Me alegró que me extendiera metafóricamente el carnet del club de los graciosos (categoría cadete). Siempre quise estar ahí.

Fue muy lindo compartirlo con la gente que fue. Algunos que no veía hace mucho tiempo, otros que están siempre. Me alegra que todos ellos hayan dedicado un rato de su vida para recibir a Léame. Hubo gente que vino con sus hijos de menos de un mes, gente que no veía desde hace como veinte años, gente que conocí ahí, gente que no pensaba que fuera a ir y estuvo muy contenta, gente que venía esperando el momento casi más que yo.

Del otro lado de la moneda, es un agujero que haya habido otra gente que sé que tenía ganas y no pudo ir. La fecha es muy inconveniente. Durante el año hice esfuerzos para que esto no pasara en diciembre, pero terminó ocurriendo. Esto provocó que mucha gente que merecía estar se lo perdiera, y es algo que lamento profundamente.

Con todo el movimiento de gente, ni me acordé de que había brindis, frutas secas, confites y otras cosas. No paré de saludar a quienes hacían cola para saludarme. Quería darles bola a todos, con algunos lo logré más que con otros. Ya habrá ocasiones más tranquilas.

Los libros estuvieron diez minutos antes de la hora de inicio. Antes de eso no había tocado un ejemplar. Ocurrió que la tirada salió de la imprenta con errores, y hubo que hacerlo de nuevo. Así que estuvimos sufriendo toda la semana, temiendo que no fuéramos a llegar. Cuando se produjo finalmente el arribo, me saqué los nervios y estuve tranquilo para todo lo que faltaba.

Los primeros diez ejemplares de Léame que se vendieron tuvieron bonus track: una Coca-Cola de 600 ml bien helada, y una tarjeta con un texto que no está en el libro, titulado Una bebida diferente, que describe al lector el contenido de la botella que se le está regalando. Algunos, sin embargo, rechazaron la Coca porque no era light.

Durante los agradecimientos me olvidé de mencionar a la carpeta naranja que me acompañó a todas las lecturas antes de la publicación del libro. Por un tiempo quedará archivada, pero pronto saldrán a la luz cosas nuevas y volverá al ruedo.

El video que estaba preparado finalmente no salió por motivos técnicos. Creo que fue para mejor. Era gracioso, pero tampoco estaba tan bueno. Igual capaz que un día de éstos se proyecta.

Disfruté más de lo que pensaba (porque creí que me iban a comer los nervios y no iba a escuchar nada) las presentaciones de los otros libros. Estuvieron muy bien. Nos sentamos con Nadina, emocionados, a disfrutar de que estaba ocurriendo.

Y estaba ocurriendo. No se terminó el mundo. No nos morimos media hora antes. Los libros estuvieron a tiempo, y salieron lindísimos. Somos autores éditos, es otro club al que pertenecemos, y de éste no se sale.

A medida que se acerca el momento all-important de la presentación, van apareciendo inquietudes, ansiedades que sólo pasarán en el momento cúlmine.

Cabe recordar que la presentación de la que se habla es la que ocurrirá mañana viernes, a las 19, en la sala F del Centro Cultural San Martín, Sarmiento 1551, Buenos Aires.

La más importante por ahora es la salida de imprenta. Este paso crucial, que convierte al concepto en libro, está resultando algo más difícil que lo pensado. Al momento de escribir estas líneas (los posts salen programados) todavía no tenemos los libros en nuestro poder, y mientras pasa el tiempo la ansiedad crece.

Pero suponemos que va a estar todo bien. Será entonces responsabilidad propia que el evento salga lo mejor posible. Empiezan entoces los miedos. ¿Estaré a la altura? ¿Los que asistan serán testigos de un momento de humillación absoluta? ¿Me equivocaré en la elección de los textos para leer?

Mi parte racional me quiere tranquilizar. Sabe que puedo. Pero mi parte irracional no quiere escuchar argumentos. Entonces el miedo está, del mismo modo que también sé que existen peligros.

No valdría la pena, sin embargo, hacerlo sin estos miedos. La certeza es macanuda, pero atravesar los momentos de miedo y nervios es placentero, particularmente el instante en el que los vence. Esa sensación de “lo estoy haciendo” debe ser parecida a la que experimentan los paracaidistas durante la caída libre, aunque con menos viento.

El “lo estoy haciendo” se convierte luego en el satisfactorio “lo hice”, que después de cierto tiempo pasa. En su lugar, aparece “lo quiero hacer de nuevo”.

Ya es oficialísimo. La presentación de Léame se hará el viernes 16 de diciembre, a las 19, en la sala F del Centro Cultural San Martín. Queda en Sarmiento 1551, Buenos Aires.

Hay algunos detalles que se pueden ir revelando. Léame será presentado por el cineasta Sergio Criscolo. Él contará al público presente lo bueno que es el libro, mientras yo, presente en el escenario, expresaré aprobación y humildad. Está muy claro que no sé qué va a decir, ni lo voy a saber antes de que lo diga. Si no, no tiene gracia.

El evento, cuya entrada es no sólo libre sino también gratuita, incluirá brindis. Acompañaremos con algunas refinadas selecciones de snacks aptos para el verano. Habrá también mucho color.

De ser posible, prepararemos proyecciones con algún tipo de interés, tal vez interactivas. Veremos qué sale, si sale algo. Tal vez el asunto no esté limitado a lecturas.

Como es lógico, los ejemplares de Léame podrán ser adquiridos en el puesto instalado a tal fin. Se ha decidido que los primeros diez vendidos vendrán con premio. ¿Qué premio? Uno muy apropiado, que se revelará durante el transcurso del solemne acto.

No está de más repetir que, además de Léame, se presentarán en la misma velada los libros ranamadre de Nadina Tauhil, cuerpoadentro de Belara Michán y Bengala Hotel de Eugenia Coiro. Será un placer compartir con ellas tan magna ocasión.

Todo esto significa que va a estar bueno. Usted, que está leyendo esto, está invitado a asistir. Nos agradará su presencia, y para ayudarlo a concurrir le repetiremos los datos. ¿Dónde? En la sala F del Centro Cultural San Martín, Sarmiento 1551. ¿Cuándo? El viernes 16 de diciembre a las 19 horas.

La presentación de Léame, está casi confirmado, será el viernes 16 de diciembre. No será el único libro que se presente ese día. Viajera edita cuatro títulos. Uno de ellos es ranamadre, de mi amiga Nadina Tauhil.

Nadina, poeta ella, no pone mayúscula en el título. Así que se lo respetaré. ranamadre es su primer libro, una colección de poemas de distintas series. Dejemos que ella nos diga algo al respecto:

Si bien ranamadre es un libro de poemas creo que, por sobre todas las cosas, cuenta una historia. Tanto los poemas del libro como los microrelatos que lo forman y le dan nombre hablan de un camino. Un camino, un viaje hacia aquello que más se desea y, sin embargo, se teme. Un viaje de vuelta a la infancia y sus fantasías. Un camino hacia lo enigmático del existir, del crecer, del ser mujer.

La verdad es que no he leído ranamadre entero, estoy esperando que salga (nazca). Pero las partes que conozco son al mismo tiempo devastadoras y vulnerables.

De particular interés para mí es la serie sobre las ranas que crían a sus hijos en el estómago, de forma tal que emergen no como renacuajos sino como ranas ya formadas. Así se protegen de los predadores. Las ranas en sí mismas son un punto de partida poético. Si se me hubiera ocurrido a mí hacer una serie sobre ellas, le habría dado un carácter científico, seguramente me hubiera mandado una crónica de Darwin. Nadina hace otra cosa. Se centra en el aspecto maternal, de protección, de fuerza y miedo.

Estoy seguro de que el libro completo tendrá partes que me van a sorprender. Espero que estén algunas de las cartas como ésta. Si está esa carta, se complementará con un texto similar de Léame, donde se puede ver el carácter científico del que hablo más arriba. Lo notable es que la que es científica es ella.

A principios de año nos dimos cuenta de que íbamos a presentar juntos el libro, y ambos nos alegramos de que fuera así. Estoy disfrutando mucho compartir este proceso con Nadina.